por Gerardo Gómez Muñoz
El panorama político marplatense -salvando las distancias- presenta un escenario muy parecido al que se observa en CABA, donde las buenas relaciones con el oficialismo y las actuaciones conjuntas comienzan a comprometer los intereses contrapuestos para quienes deben el año próximo presentarse en las elecciones.
Pretendida virtud para una dirigencia reacia en comprender y practicar actuaciones que conformen a las dos partes como exige el mandato del bien común.
En el plano nacional, ha comenzado hace tiempo el juego que inauguró el gobierno provincial con alguna reprensión a nuestro gobierno municipal que con fuerza propia y, sintiéndose afianzado, se planta con criterios propios no acordados en el área de la educación y en los comienzos de la cuarentena. La precisión en el trato -hasta generoso- de Alberto Fernández, aquietó las aguas que, desde entonces, son calmas y saludables.
Acá no cabe decir que las primeras observaciones del ex secretario de Salud, Alejandro Ferro, hayan tenido el más mínimo viso político. Ferro, quien primero hizo observaciones precisas a la óptica sanitaria de Montenegro, merece y goza de la más clara consideración, respeto político y profesional.
Desde el Ejecutivo que conduce Guillermo Montenegro, tal vez se hayan demorado un tanto las aclaraciones técnicas, lo que posibilitó que se iniciaran algunos escarceos del Frente de Todos que se fueron transformado de a poco en un intento de marcar diferencias políticas. Pero el gran logro de todos los sectores partidarios que fue la integración de todos los partidos presentados en Concejo Deliberante y la participación del avezado político y coordinador de Gabinete, Alejandro Rabinovich, canalizó todas las inquietudes serias y abortó cualquier intención conflictiva, si las hubiere.
La innegable relación de amistad caballeresca con el intendente, Alberto Fernández, Axel Kicillof, sus ministros claves y la cada vez más destacada, ascendente e indiscutida jefa del Frente de Todos, Fernanda Raverta, pone más en riesgo al eventual atacante que a la víctima. No viene al caso incursionar con pretensiones adivinatorias para encontrar rasgos de conveniencias interesadas en el intercambio de tanta gente diversa que no puede ser distinta en las actuales circunstancias.
Los datos de la pandemia de estos días no sólo no perdonan a los que, tal vez, se equivocaron sino tampoco a los heroicos y más queribles luchadores. Por eso, no hay cabida para mezquindades políticas en estas horas y escenarios.
Pelea no, negociación exitosa
El marplatense Maxi Abad que parecía destinado a un enfrentamiento con el gobierno de Kicillof, como lo indicaban algunas acerbas críticas por su campaña en contra de la ley que pretendía 500 millones de dólares para el financiamiento provincial. Además se solicitaba en la Legislatura la ampliación de hasta 8 mil millones de pesos en autorización de Letras.
En la previa a la última sesión en Diputados se destrabaron las negociaciones. La sagacidad política siempre tiene premio, a la larga o a la corta: propios y ajenos se lo reconocen a Maxi Abad. Comandó la negociación de la ley de endeudamiento y volvió a poner a prueba sus dotes de conductor. Sobre todo por la cercanía de una pelea clave para sus aspiraciones partidarias con proyección al espacio nacional.
Abad planteaba que, si esta ley tenía que ver con la gobernabilidad, entonces no podían estar ausentes los intendentes, “porque la Provincia es el gobierno central y los 135 municipios”. Y con ese criterio delineó los pasos inmediatos y no demorables. Y empezó a gestar la reunión entre el ministro Pablo López, legisladores de oficialismo y oposición con intendentes, en la que estuvieron Julio Garro, Diego Valenzuela, y el legislador de Tandil, Miguel Fernández, entre otras varias decenas de participantes.
En el despacho del propio Abad se afinó el lápiz: algunos de los puntos del acuerdo no forman parte de la Ley, entonces era necesario reunir a los actores principales para que todos sean garantes del acuerdo que derivaría en la aprobación del endeudamiento y se dice que, inclusive, hubo encuentros con el gobernador Kicillof y asesores.
Uno de los temas centrales fue el fondo Covid-19 de 3 mil millones para municipios, que se creó por insistencia opositora. El otro punto fue el compromiso de cancelar deudas que la Provincia tiene con los municipios que hoy gobierna Juntos por el Cambio. Una vez consensuados estas demandas de la oposición, que no figuran en la ley, Abad garantizó el voto opositor que abrió la posibilidad de llegar a los dos tercios.
“Los grandes beneficiados de los cambios logrados serán los municipios”, concluyó Abad después del acuerdo. El fondo Covid-19, un gran oxígeno a las arcas municipales es no reembolsable, lo que permite un alivio financiero a los jefes comunales. Con estos datos, no hay lugar para dudar a quién podrá votar en la interna de octubre la mayoría de los pequeños municipios gobernados por radicales.
La pulseada de la bancada de los de Abad era también por los intereses de General Pueyrredon: la negociación de Provincia significan 143 millones para el municipio que comanda Guillermo Montenegro, que se sumarán a los 163 millones del acuerdo con Nación, una vez que se apruebe en el Senado el paquete de 5.000 millones para municipios. Entonces, en total, el gobierno municipal contará con 307 millones para volcar a la ciudad.
El otro dato, también modificado del texto original, tiene que ver con los reembolsos de los otros préstamos y fondos con lo que, tanto Nación como Provincia, vienen asistiendo a los municipios: se empezarán a devolver a partir de 2021, y no a partir de la reglamentación de la Ley, como se discutía la semana anterior al acuerdo.
Hasta Kicillof olvidó la bronca inicial y festejó. “Celebramos que la oposición priorice el bienestar de los bonaerenses”, escribió en sus redes sociales y él también tenía en claro que la cuestión por quién era más duro sino que cada cual se lleve lo necesario. Tal vez haya que recordar que ambos y no hace tanto tiempo fueron absolutos “capos” en las duras contiendas de la política universitaria. Abad llegó nada menos que presidir la Federación Universitaria Argentina -la mitológica FUA- y Kicillof creando y ganando en el tremebundo espacio del campo peronista -nacional y popular-.
La semana siguió con mesas de trabajo y con reuniones importantes para Abad: una de ellas, con el intendente Guillermo Montenegro, en la que, según cuentan, se habló mucho sobre el presente y futuro de la ciudad, con la temporada de verano como una de las claves a trabajar en conjunto entre Provincia y Municipio. Mal que le pese al precipitado malagüero de Gollán.
Gastronomía, hotelería, turismo
El intendente demuestra una cualidad invalorable, la de negociar, negociar hasta conseguir desde la oposición hasta lo más difícil. A estas alturas, mucho de ella está testimoniada en el logro para que Mar del Plata siga en una fase 4 que le permite continuar a la actividad gastronómica cuando arrecian los números fatales de la pandemia.
Hay que reconocer que la medida se debe a la decisión final de los gobiernos nacional y provincial y al significativo apoyo de la Comisión que pilotea Rabinovich. Allí está otro mérito de Montenegro que con su actitud político democrática se supo ganar buena recepción. Hay que incluir la coparticipación de un acuerdo de la Comisión creada en el Concejo Deliberante que, comparte con el Ejecutivo las peticiones y reclamos. También cabe en estas consideraciones la actuación de activo reclamo público y callejero, llegado el caso, de los empresarios y gremialistas. Allí, caso fase 4, se vio a reconocidos propietarios de establecimientos junto a dirigentes sindicales que, muchas veces, suelen estar enfrentadas en una mesa discutiendo arduamente por el choque de intereses contrapuestos. Ahora se trata de la subsistencia de uno y otro, así de dramático.
Ahora habrá llegado la hora que, desde la comprensión conjunta del Estado, surja del empresariado alguna luz y un resquicio que posibilite la actividad de la hotelería, sostén insustituible de uno de los pilares de la economía marplatense como es sin dudas y sin simbolismo, el turismo. No hay caprichos que lo han llevado al estado actual, pero sí a la esperanza de que la peste sea vencida.
Golondrina no hace verano
El SUPA, el gremio de los estibadores del Puerto, está de parabienes y con ello unas 760 familias, cuyos jefes estarían recibiendo unos 6.700 pesos por cada jornal trabajado. Pero con ellos no se agota la actividad portuaria-pesquera. El presidente del BICE, Ignacio de Mendiguren, acaba de decir en una “charla virtual” -de la que da testimonio Horacio Tettamanti- que “el agua da dólares”. Nuestros empresarios pesqueros lo saben. Pero no suelen actuar en consecuencia, según los datos de Mendiguren porque “nuestra flota pesquera en un 95 por ciento proviene del exterior”. No ese el único mal y lo subrayó y esos barcos “tienen unos 50 años de promedio”.
Quizás pocos estén enterados-interesados que en nuestro Puerto producen dos astilleros de excelencia, uno instalado por un tanito llamado Contessi que vino de Italia ya ni sabe cuándo pero ha dado tanto a Mar del Plata y no sólo un astillero que hace como 50 años que da barcos pesqueros y no solo da trabajo sino obras de caridad y familia que sigue haciendo barcos. Hay otro que vino al Puerto, desde Buenos Aires natal, hace décadas con experiencia y astilleros en varios puertos nacionales. Es el ingeniero naval Horacio Tettamanti, quien se instaló en la ciudad y desarrolló el “SPI” de reconocimiento internacional.
Por lo que pueda venir conviene señalar que en sectores diversos circula la versión de que Bahía Blanca sería, por este gobierno, designado el puerto desde el cual se embarcaría y exportaría la pesca. Algún memorista tira en este momentos una exclamación: “¡Ah, por eso sería que el nuevo titular de Pesca designado es bahiense!”